En el corazón de Puebla, bajo la apariencia engañosa de un cerro coronado por una iglesia, duerme uno de los secretos mejor guardados del mundo antiguo. Esta es la historia de un coloso cubierto por la tierra, la hierba… y el tiempo.

Un coloso bajo tus pies

Imagina caminar sobre una montaña, subir por una vereda empedrada, llegar a una iglesia barroca del siglo XVI y, al mirar hacia atrás, encontrarte con una vista impresionante del Valle de Puebla. Sin embargo, lo que la mayoría de los visitantes no sabe es que, bajo sus pies, yace la pirámide más grande jamás construida por el ser humano: la Gran Pirámide de Cholula.

No, no es Giza, ni Teotihuacán. Es Cholula, una ciudad viva que respira historia, leyendas y secretos milenarios. Su pirámide, conocida como Tlachihualtépetl, que significa “cerro hecho a mano” en náhuatl, está tan camuflada por la vegetación que fue confundida por siglos con un simple montículo natural.

Una historia que no se rinde al olvido

Las raíces de la Gran Pirámide de Cholula se hunden más de 2,300 años en el pasado. Construida por culturas prehispánicas antes incluso de que los mexicas dominaran el Valle de México, esta estructura fue un punto clave de poder, espiritualidad y comercio.

Pero lo más impresionante es su tamaño colosal: con una base de 450 metros por lado, supera incluso a la Gran Pirámide de Keops en Egipto. Su altura original era de 66 metros, aunque hoy se alza menos por el paso del tiempo. A lo largo de los siglos, se construyeron al menos siete pirámides, una encima de otra, como capas de una cebolla, marcando distintas etapas de una civilización que supo mantenerse viva a pesar de la llegada de nuevos imperios.

El choque de dos mundos: Tonantzintla y la Virgen de los Remedios

Cuando los españoles llegaron a Cholula en el siglo XVI, traían consigo la cruz, la espada y la ambición de dominar tanto las tierras como los espíritus. Fue así como, en la cima de la pirámide, construyeron la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, un gesto simbólico de conquista espiritual.

Sin embargo, los pobladores indígenas nunca olvidaron que bajo la iglesia descansaba Tonantzintla, la diosa madre, la tierra sagrada. Y así, en lo alto de esa estructura, convergieron dos mundos: uno visible y cristiano, y otro oculto, profundo y ancestral.

Una red subterránea de secretos

Bajo la superficie, más de 8 kilómetros de túneles excavados por arqueólogos revelan cámaras ocultas, muros de antiguos templos y misteriosas ofrendas. Cada piedra es un susurro del pasado. Cada mural, como el famoso “Mural de los Bebedores”, una ventana a las costumbres, rituales y formas de vida de sus antiguos habitantes.

¿Sabías que la pirámide fue construida con adobe y no con piedra? Esto facilitó su camuflaje natural con el paso de los siglos, permitiendo que sobreviviera sin ser destruida durante la colonización.

Un legado vivo que inspira

Hoy, la Pirámide de Cholula no es solo un monumento arqueológico: es un símbolo de resistencia cultural, de identidad y de la profunda conexión entre el pueblo y su pasado. Es un lugar que desafía al olvido, que invita a explorar no solo sus túneles, sino las capas de historia que nos definen como mexicanos.

Y tú, ¿te atreves a caminar sobre un gigante dormido?

¿Sabías que…?

  • La pirámide fue redescubierta por arqueólogos hasta el siglo XX.
  • Aún hay zonas sin excavar y muchos misterios sin resolver.
  • Cada 8 de septiembre se celebra a la Virgen de los Remedios… sobre una de las pirámides más antiguas del continente.

🔎 Explora más

Si alguna vez visitas Puebla, no puedes dejar de caminar por sus túneles, admirar su iglesia, probar un buen mole poblano y, sobre todo, sentir el pulso de la historia bajo tus pies.


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